Next from Walter Presents on PBS, "La Otra Mirada" The following program contains content which may not be suitable for all audiences. Viewer discretion is advised. This program was made possible in part by contributions to your PBS station from viewers like you. Thank you. -Tenemos que tener más cuidado. -¿Más? [Candela] ¿Qué le pasa a Flavia? Está muy blanca. Flavia. [regurgita] Ya llegamos. La cuestión es que tú y yo teníamos un trato: yo a mis estudios y tú a tus restrojos y sanseacabó. Pero yo no quiero que san se acabe. Me gustaría hablar sobre mi madre, como lo hacen otras chicas. ¿Qué va a pasar con los estudios cuando tengamos hijos? Los dejarás, claro. [Enrique] Te espero a las 12:00 en la capilla y te lo cuento todo. Morena, yo sé dónde puede estar tu madre. Ven a verme a la calle de los Arcos. Te prohíbo que vayas a ese sitio. [Enrique] Lo único que quiero es hablar contigo a solas, pero otra vez están aquí. No voy a dejar que te pase nada malo. [Manuela] Las cosas no están yendo bien entre nosotros. Si tan mal estábamos, ¿por qué me pediste que volviera? i¡Porque mi madre me lo pidió! [Martín] No te preocupes, Manuela, por tu academia, que de cara a tu madre seguiremos estando juntos, pero se acabó. Esto ya no tiene ningún sentido. Voy a quitar la mano poco a poco y no vas a decir ni mu. Mmm-hmm. ¿Con Tomás Peralta? -Flavia no lo sabe, ¿verdad? -¿El qué? Tomás y Roberta son novios. Y es que no me siento capaz de, de cuidar de una relación ahora. Pongamos el nombre de una mujer para la calle de la academia. -Pero ¿cómo vamos a hacer eso? -¿Dónde está mi madre? Ni lo sé ni me importa, así que arrea pa' dentro y no me hagas... i¡Suéltame! i¡Suéltame! [doctor] Flavia, estás embarazada. -¿Está seguro? -¿No te alegras? [Flavia] ¿Me promete que no se lo va a decir a nadie? Dichosos los ojos. Haberme dicho que te interesaba meterte -en las bragas de mi novia. -Pero ¿tú qué quieres? ¿Eh? Acabo de hablar con el alcalde y está encantado con lo del nombre de la calle. Quiere que sea cuanto antes. Tienes que firmar todo esto. Esquizofrenia. Esto es lo que creo que puede tener Elías. A que ve y escucha cosas que tú y yo no. Quiero irme a mi casa. Tu padre nos pidió que no le llamáramos hasta final de curso. Roberta está sola y te necesita, y tú a ella también. Por fin ha llegado el momento por el que tanto tiempo hemos estado trabajando. [Manuela] No es el nombre que habíamos acordado. ¿Acaso pensaba que iba a ser parte de su indecorosa revolución? [Teresa] Tengo algo que contarte. El día que me llevaron presa me enteré de que somos hermanas. Mi padre y tu madre tuvieron una aventura. [Luisa] Hace mucho tiempo que no me siento tan viva. [Roberta] Lo único que has hecho toda la vida es mentirme. -Hija, por favor, escúchame. -Yo ya no soy tu hija. No quiero volver a saber nada más de ti... Señoritas, queda inaugurada la calle de las mujeres olvidadas. [aplausos] [Martín] ¿Te acuerdas de ese caso del que te hablé? El de ese hombre que amenazó a su vecino con una escopeta. Pues, el hombre se ha presentado al juicio con la escopeta, gritando, insultando y amenazando a todo el mundo. Y, como es normal, la Guardia Civil lo ha apresado. Yo no sé qué se pensaba. Así que ahora no solo lo voy a juzgar por un doble delito contra la seguridad y la libertad, sino que también por desacato y por alteración del orden público. Perdona. Perdóname, soy muy pesado con las cosas del juzgado. ¿Y tú qué tal en la academia? En la academia las alumnas no tienen escopeta. [Martín] Ah. Menos mal. [suspira] [suena música dramática] [trinos] [timbre] [ladridos lejanos] [repica timbre] i¡Voy! [resuella] [ladridos lejanos] -Buenos días. -[Teresa] Buenos días. -¿Desayunamos juntas? -[Teresa] Claro. [Manuela] ¿Te he despertado? [puerta se cierra] [bosteza] La verdad es que sí. Llevo varios días que no oigo el despertador, pero, pero no se lo digas a mi jefa, ¿eh? Te ves muy guapa. Ay, sí, es que dormir sienta muy bien. ¿Cómo estás? Bien. Pero, bueno, Roberta sigue rechazándome. ¿No has conseguido hablar con ella o qué? No. Está enfadada. Y me evita todo el tiempo. Bueno, supongo que necesita tiempo, ¿no? Igual que lo has necesitado tú. Sí, supongo que sí. ¿Tú, qué tal? Bueno... ¿Cómo llevas los cambios? ¿Te adaptas? No sé, es raro ver cómo la gente nos ve como el matrimonio perfecto y... y luego dormimos en habitaciones separadas. Y últimamente ni eso. Hay noches que no llega a casa. ¿Y a ti te sienta mal que quizá esté con alguien? Bueno, si te digo la verdad, en el fondo un poco me duele. Pero tiene todo el derecho del mundo. Se ha vuelto todo tan complicado entre nosotros. Te voy a enseñar algo. Pero ¿vamos a celebrar el carnaval? Pero creía que habíamos cancelado todas las actividades de ocio, Manuela, no hay fondos. Lo sé, Carmen, lo sé, pero el carnaval es una tradición de nuestra academia y no podemos prescindir de él. Así que hemos pensado en hacer un evento más pequeño y con menos invitados. Y sin cena, claro. Bueno, tenemos en el almacén todavía botellas del año pasado y tendremos que improvisar algo de comer. Tendremos que hacer los adornos nosotras. Claro, la música también la vamos a tocar nosotras, ¿no? No, voy a invitar a una banda que creo que se van a animar. ¿Y quién lo va a organizar? Porque Ángela siempre se ha encargado de esto. -Este año me encargaré yo. -Pero si estás hasta arriba. Vas a necesitar ayuda. Luisa, no quiero que hagáis más horas de las necesarias. Pero, Manuela, a mí no me importa. Me encargaré yo, de verdad, me vendrá bien. No sé, pero está fenomenal pintado. -Me fascinaría muchísimo. -Qué ilusión. A mí me gustaría ir de hada. Con las alas bordadas de dorado. A mí me gusta sencillita, como siempre. [suena música alegre] -[Teresa] Buenos días. -[todas] Buenos días. -¿Te pasa algo? -Me duele un poco la tripa. -¿Otra vez? -Estoy bien. Luego subo a descansar y se me pasa. El pelele de Francisco de Goya. Es un cartón para tapiz destinado al gabinete de Carlos IV. -¿Qué veis en él? -Una escena popular. -Muy bien. -¿Qué más? ¿Inés? -¿Que solo hay mujeres? -Exacto. Solo hay mujeres. En aquel entonces era tradición que en carnaval las mujeres cosiesen un pelele entre todas. Los hombres no participaban de esto. Luego nos quejamos de que coser es solo cosa de mujeres, si no les dejamos. Es por un motivo, Macarena. El mismo por el que manteaban al pelele. [Macarena] ¿Y cuál es ese motivo? Veréis, el pelele personificaba al varón o a la autoridad. Que las relegaba al ámbito de la casa, a las tareas domésticas, a la sumisión. Es decir, a una vida llena de limitaciones por el mero hecho de ser mujeres. Pero una vez al año en carnaval podían quejarse. El manteo del pelele es una manifestación de rebeldía. Por eso, en honor a esas mujeres y a todas las que no pueden manifestar libremente su deseo, su opinión, su inconformismo, os propongo que hagamos un pelele entre todas. ¿Y lo vamos a mantear? Por supuesto que lo vamos a mantear. Haremos de nuestro descontento una fiesta. Ay, pero ya que hay de todo, ¿no? A mí me lo tienen que hacer a medida, como todo me queda corto. Me gusta este. Te va a quedar enorme. Sí, pero a diferencia de la señorita, yo sé coser. Pues, a mí no me gusta nada. Yo quiero algo más festivo, más brillante, algo que esté a mi altura y a la de mi acompañante, claro. -¿Con quién vas a ir? -Con Elías. ¿Tú no decías que no querías nada con el jardinero rarito? Vale, sí. Él es distinto y no es de buena familia. Vamos, que es más de pueblo que las amapolas. Pero es que cuando me mira... Creo que me estoy enamorando. Pero amor de verdad. -Entonces, ¿sois novios o algo? -Sí. Bueno, no, no, no. ¿Sí o no? A ver, novios, novios... El otro día tuvimos una cita, pero no fue del todo bien, aunque me cogió la mano. Vamos, que no os habéis besado, ¿no? Que te cogió la mano y ya. Pues, mira, para que vosotras sepáis, las grandes historias de amor se tejen poco a poco, que no tenéis ni idea de romanticismo. [voces indistintas a lo lejos] Pues, ya es oficial, has acabado con las existencias de prensa de toda la provincia. Bueno, ilumíname. -¿Cómo se hace eso? -No, no te preocupes, Luisa. Ya lo hago yo, de verdad. Gracias. [Luisa] ¿Qué es esto? ¿Han puesto una bomba en la fábrica de los Peralta? Sí. -Pero ¿ha habido heridos? -No, parece que no. Manuela, ¿tú le has dado permiso a Roberta -para que falte a mi clase? -Claro que no. -¿Por qué? ¿No ha ido? -No. Pues, esta mañana sí que ha asistido a la mía. Bueno, no te preocupes, hablaré con ella. Por favor. ¿Hay algún problema con Roberta? Creo que será mejor que te sientes. [suena música emotiva] Pero ¿cómo que es tu hermana? ¿Tu hermana de verdad? Pero ¿y por qué no me lo habías dicho antes? Pues, porque no lo sabía ni yo, Tomás. Bueno, ya está, que no quiero hablar más del tema. Oye, no se lo digas a nadie, por favor. [tocan la puerta] -Tomás, ¿has terminado? -Sí, doña Manuela. Muy bien, pues, me gustaría hablar un momento solas con Roberta, por favor. Gracias. Me ha dicho Teresa que no has ido a su clase. No, no me apetecía. Roberta... sé que estás enfadada, pero tienes que asistir a todas las clases. ¿Usted también lo sabía? Es increíble, todo el mundo lo sabía, menos yo. Sé que no es fácil y que estás desconcertada... Ya está, doña Manuela, es que no quiero ir a clase de Teresa, no voy a ir. Roberta, mientras seas alumna en esta academia vas a tener que cumplir las normas. Pues, me voy, ya está. Si yo no quiero estar aquí. No digas eso porque no es verdad. Así que te pido, por favor, que dejes a un lado los asuntos personales y que retomes tus estudios, ¿de acuerdo? Hazlo por ti. [voces indistintas a lo lejos] [tocan la puerta] Perdona, Luisa, pero te estaba esperando afuera en la puerta. Disculpa Vicente, es que me he entretenido. Es que no lo entiendo, me falta material. [Vicente] ¿Sí? Seguramente alguna de las chicas lo habrá cambiado de sitio. Sí, pero es que no son cosas para que anden por ahí sueltas, son muy delicadas y pueden ser hasta peligrosas. Es que... No me lo explico. ¿Habré contado mal? [Vicente] Venga, no le des más vueltas. Vamos a tomarnos un pescadito frito, de estos de chuparse los dedos. Bueno. Sí. Ya, ya luego por la tarde. Sí, guardo esto y nos vamos enseguida. El caso es que aquel año yo llevaba una máscara enorme, bueno, al menos a él se lo parecía porque Arcadio era muy pequeñito, tendría cuatro o cinco años. Y él siempre tenía la costumbre de meterse siempre debajo de mi falda. Pero claro, como el chiquillo no me reconocía, venga a buscarme, a buscarme y acabó toda la noche metido debajo de la falda de Antonieta, la costurera. Era muy gracioso. ¿Sabes? A mí me habría encantado ser padre. [Luisa] ¿Sí? Es una de las cosas más bonitas del mundo y también más complicadas. A veces una no sabe cómo acertar. También se sufre mucho, ¿sabes? Pero compensa. [suena música emotiva] Mira, yo no soy muy entusiasta de los carnavales, -no me gusta disfrazarme. -Ah, ¿no? Pero, si quieres, yo puedo ir a ese baile contigo. -[Luisa] No, no, si tú... -Perdón. Por cuenta del caballero. -¿Le conoce? -Sí, sí. -¿Me disculpas un momento? -Claro. [voces indistintas a lo lejos] ¿Qué haces aquí? ¿No ves que estoy acompañado? Ya, pero como no se te ve el pelo, no me dejas otra. Que quieren que hagas otro trabajo aquí, en Sevilla. No, no. Os dije que es el último trabajo, así que dejadme en paz. ¿Tiene algo que ver la señora? -¿No te habrás encaprichado? -Déjame en paz. Y no quiero volver a verte, ¿está claro? [suena música de suspenso] -¿Todo bien? -Sí, sí. Bueno, y ese baile, ¿de qué hay que ir disfrazado? Margarita y María Jesús se los van a arreglar ellas mismas. Y las demás ya tienen todos los buenos. ¿Y si voy de monja? Tengo una prima segunda que es clarisa. Quizá me pueda dejar la túnica, ¿no? ¿Estás llorando? ¿Qué pasó? ¿Te has pinchado? Flavia. Llevas unos días de lo más rara, ¿eh? Si es por lo de Roberta y Tomás, mira, que cada uno haga lo que quiera con su vida. No, no es eso. Estoy embarazada. ¿Qué dices? Por favor, no se lo digas a nadie, Enrique no lo sabe. [Candela] Tranquila. Tranquila. Bueno, es normal, es mucho cambio. A lo mejor nuestras madres no lo llevaron bien al principio. Pero es que yo no quiero ser madre, o por lo menos no ahora, menos con Enrique. Pero es tu marido, Flavia. Pero yo no le quiero y no le he querido nunca. Ya lo sé... pero es que estás casada con él. Ya. ¿Y si hablas con Teresa o con doña Manuela? Quizás ellas te puedan aconsejar. [Flavia] Nadie puede ayudarme. [Flavia llora] -¿Todavía estás aquí? -Sí, estoy terminando con esto. Deja todo eso ya y vete a casa a descansar. No, que si no termino mañana se me acumula. Pero estoy bien, ¿eh? De verdad. No te preocupes. Estás ocupándote de todo lo del carnaval porque no quieres estar en casa, ¿verdad? Pues, mira, la verdad es que ahora mismo, tal y como están las cosas, me siento mejor aquí que allí, sí. Bueno, pero hay más opciones que la academia y casa. Y él: "que no, que no", que no, que yo no podía pagar la cena, insistiendo todo el tiempo porque era una deshonra. [risas] Reconócelo, Teresa, te gusta poner a prueba a los hombres. Pero es que me sale sin querer. [Manuela] Ya lo sé. [voces indistintas] Me gusta mucho verte así, animada. Tenemos que salir más. [Manuela] Pues, sí. Podría poner, por ejemplo, a todas las clases de Luisa a primera hora y hacemos este plan más a menudo. O podemos retrasar las clases y nos llevamos a Luisa. -Estaría muy bien. -[Teresa] A mí me encantaría. [voces indistintas] No puedes encerrarte en la academia. Tienes que salir más. Conocer gente nueva. Sé por dónde vas, Teresa, y te recuerdo que estoy casada. No me refiero a eso, Manuela. Pero está claro que también en ese aspecto tienes que sentirte libre. Creo que todavía no estoy preparada. [Teresa] Ya. Bueno, es normal, estás adaptándote. No hay prisa. Pero tienes que ser consciente de que está llegando una nueva etapa. Que puedes hacer con ella lo que quieras. Y que puede ser muy interesante. [suena música emotiva] ¿Por una nueva etapa? [suena música emotiva] [tintineo] -[Carmen] Uy, Manuela. -Buenos días. [Carmen] Hola, qué madrugadora. Bueno, tenía muchas cosas que hacer. ¿Y tú qué? ¿Tus paseos matutinos? Sí. Aunque sin maquillar y con la misma ropa de ayer. ¿Te estás viendo con alguien? -Estamos empezando. Sí. -[Manuela] ¿Sí? ¿Y quién es? ¿Lo conocemos? No, es de fuera de Sevilla, aunque trabaja aquí. -Sí. -Madre mía, todavía recuerdo las primeras citas con Martín. Es una etapa preciosa. ¿Por qué no le invitas al carnaval y así le conocemos? No, no. Alguien tiene que cuidar de las alumnas. Y tú estás con Martín, así que mejor que no. [Manuela] Bueno. Sabía que Sevilla te iba a traer cosas preciosas. [suena música alegre] ¿Tú ya tienes tu disfraz, Flavi? Estoy en ello. -Tranquila, ya lo hago yo. -Yo puedo. María Jesús, ¿tienes un momento? [María Jesús] Sí, claro, sí. [suena música alegre] Le he estado dando vueltas toda la noche y como tú tuviste una relación formal, seria con Arcadio... Bueno, seria, seria... Bueno, el caso es que necesito tu consejo. He decidido que voy a besar a Elías en la fiesta del carnaval. Es el momento perfecto. No sé... Es que no creo que sea el mejor momento, la verdad. Pero ¿por qué no? Estáis juntos, os gustáis. -Hay música, hay baile. -Es que va a ser mi primer beso. Que yo ya he besado a otros chicos, vamos, que tengo experiencia, más que tú, seguramente. Pero este tiene que ser especial, tiene que ser perfecto. Tú tómatelo con naturalidad, que el primer beso no tiene por qué ser perfecto. ¿Y qué hago? ¿La beso así sin más? Claro, tú espérate el momento. No tiene por qué estar todo planificado. A las 10:00 en punto, justo en el centro de la pista de baile, él me mirará, yo le miraré... Y nos daremos un beso de película. A mí cuando Arcadio me dio el primero... Seguro que fue muy bonito, pero es que este va a ser -mucho mejor. -Tú, hazme caso, seguro que ella no se espera que sea el mejor beso de su vida. Va a ser el mejor beso de nuestras vidas, va a ser increíble. Muchas gracias, María Jesús, me has ayudado mucho. -Pero si no he dicho nada. -Gracias. Te he llamado para hablar de esto. Y también sé que has suspendido un examen de doña Luisa. Y es la primera vez que ocurre. ¿Qué ha pasado? Es que se me atascan los reyes godos. Y me hago un lío con las fórmulas de química. No volverá a pasar. Anda, siéntate. Flavia, yo sé lo complicado que puede llegar a ser compaginar el matrimonio con los estudios, pero si quieres ser abogada, te vas a tener que esforzar. Porque sigues queriendo ser abogada, ¿verdad? Es lo que más quiero en el mundo. Muy bien. Pues, entonces, no bajes la guardia. Y así llegarás a donde quieres llegar. [suena música emotiva] Venga, vuelve a clase. [suena música emotiva] [mujer] No has tocado la comida. -¿No te gusta? -Es que no tengo mucha hambre. Está cansada. Se pasa las noches estudiando. No es una vida fácil para una mujer casada. Lo que no sé es cómo se lo has consentido. [mujer] Pídele otra cosa, no le gusta. Que no tengo hambre. Además, que en breve tendré que volver a la academia. Solo me han dado una hora de permiso. No entiendo esa tozudez de seguir estudiando y mucho menos en ese sitio. [Enrique] Tráigale otra cosa a la señora, por favor. Que no tengo hambre. Una sopa, que te suba un poco el color. -Que estás pálida. -i¡Que no tengo hambre! -¿Es que no me oís? -i¡Hija! Vamos a ver, ¿cómo se te ocurre hablarle así a tu madre? -Discúlpate ahora mismo. -Me vuelvo a la academia. Gracias por la comida. [suena música triste] [Enrique] Tendrá un mal día. Disculpen. [suena música triste] [trinos] Aprovechando las fechas en las que estamos, me gustaría que hablásemos acerca de las máscaras. Para los griegos, por ejemplo, eran elementos que utilizaban en las representaciones teatrales. -[Roberta] Perdón. -Siéntate. En la cultura africana se consideran elementos de poder, pero a mí lo que me interesaría saber es para qué creéis vosotras que sirven. ¿Decorar un salón? [Teresa] Bueno, por ejemplo, pueden tener una función ornamental. ¿Para ti, Roberta? Para mí, ninguna. Pues, a mí me parece divertido porque puede ser otra cosa distinta y no sé, pasártelo bien. [Teresa] Muy bien. Pues, yo creo que sirve para fingir. Para ocultarnos ante los demás. Mira, Teresa sí que sabe de eso. -¿Qué has dicho, Roberta? -[Roberta] No, nada. Que creo que no nos podemos fiar de alguien que lleva una máscara. Nadie te pide nada, solo un poquito de respeto. Ya, pero para exigir respeto, primero hay que darlo. Bueno, ahora no es el momento, Roberta. No, claro que no es el momento, el momento siempre lo eliges tú, Teresa. Mira, se acabó. Vete a terminar el pelele. Vete. [pasos] Eh, bien, ¿por dónde íbamos? [suena música emotiva] No voy a consentir que vuelvas a hablarme así en clase. Tienes que aprender a discernir y en clase soy tu maestra. ¿Has entendido esto? [suena música emotiva] Y ahora que estamos fuera de clase, -¿quieres que hablemos? -No. A ver, Roberta, te lo conté cuando estuve preparada. Para mí tampoco es fácil, hago lo que puedo. ¿Quieres darme pena? Lo que quiero es despertar un poquito de empatía en ti. Y que estés bien, Roberta, eso es lo que quiero. Pero ¿cómo voy a estar bien, Teresa? ¿Cómo voy a estar bien después de todo lo que me has dicho? Me has apartado de ti, me has hecho sentir como si no te importase nada. Y encima me has mentido a propósito. Roberta, te he pedido disculpas, he intentado explicarme lo mejor posible para que me entiendas, es que no sé qué más puedo hacer. No puedo volver atrás y hacerlo de otra manera. Pues, mira, eso estaría muy bien. Porque prefería no saber nada de lo que me has contado. [suena música emotiva] Está bien. Ya sé que no es fácil que seamos las mejores hermanas del mundo de la noche a la mañana, pero en clase me tendrás que respetar como tu maestra que soy. [suena música emotiva] -Hasta mañana, Ramón. -Eh, ¿qué te pasa? Pues, que no sé si estoy haciendo las cosas bien, Ramón. Bueno, mujer. Alguna cosilla seguro que haces bien. -Déjame que piense... -No estoy para bromas. Espera. -¿Qué haces ahora? -Tengo que arreglar el disfraz. Anda. Termino de recoger y pensamos en cosas que hagas bien. Que alguna habrá. Vamos. ¿Qué es ese potingue? Miel, aceite de oliva y una yemita de huevo. -Lo usaba María Antonieta. -Ya, pues, huele fatal. Anda, chicas, iros a acostar ya, que es tarde. Y, con esos ingredientes, ¿tú estás segura de que es una receta para la cara y no de rosquillas? Pues, lo he leído en la Bella Dama. ¿Queréis probar? -No, yo no quiero. -Yo tampoco. A mí me salen granos con todo. Venga, iros ya a dormir, por favor. Pues, yo sí quiero. ¿Qué haces? Mmm... Lo que yo decía, rosquillas. -Y no me des. -Pues, tú a mí tampoco. -Quieres guerra, ¿eh? -No, no queremos guerra. - Repite i¡Malcriada! -i¡Bruta! i¡Machorra! [risas] Mira que sois... Oye, por favor. Dejad eso ya, por favor. [risas] i¡Para! i¡Para! i¡Para! i¡Para! [risas] Señoritas, pero ¿qué es todo esto? A mí no me hace ninguna gracia, ¿eh? Pero ninguna gracia. Tan adultas para unas cosas y tan niñas para otras. Venga, cada una a su habitación. i¡Venga! Venga, venga. Quiero todo esto recogido, ¿eh? [suena música emotiva] [grillos] [suspira] [puerta se abre] [puerta se cierra] [suena música emotiva] Te debe haber hecho algo muy gordo. Es solo un muñeco. Bueno, simboliza algo importante para nosotras, las mujeres. Y para Teresa. [suena música emotiva] ¿Tiene algo que ver con lo que ha pasado en clase? Es personal. Yo creo que Teresa es buena maestra. Y muy buena persona. Tiene su carácter, pero yo la veo una mujer de frente. No entiendo qué te pasa con ella. [suena música emotiva] Pues, que es mi hermana. [suena música emotiva] Pues, no os parecéis. Solo somos hermanas por parte de padre. Pero vamos, que es una historia muy larga, no me da por explicártela ahora. Ahora tengo una hermana y me sigo sintiendo igual de sola. [suena música emotiva] Yo te entiendo, Roberta. También me he sentido sola en muchísimas ocasiones. Y tampoco he tenido una figura de unos padres como referente. Pero tienes que darte cuenta de que no lo estás. De que tienes una hermana y una hermana que se preocupa por ti. Que no será perfecta, pero si no fuera por ella, yo estaría en la calle todavía. [suena música emotiva] No la apartes de tu vida. [suena música emotiva] ¿No puedes dormir? Anda, hazme un hueco. ¿Cómo voy a ser madre si lo único que quiero es estar con vosotras? En cuanto todo esto se sepa, tendré que irme de aquí. ¿Por qué no hablas con Enrique? Ya me dejó claro que en cuanto tuviésemos hijos dejaría mis estudios. Lo tiene todo decidido. Estoy cansada, Candela. No puedo dejarles que sigan decidiendo por mí. Y menos sobre mi cuerpo. Lo sé. Es muy justo. Una vez me dijeron que hay unos sitios a las afueras de Sevilla. -A lo mejor Inés sabe algo. -No. No, no. Y, si te pasa algo, ¿qué? No, encontraremos otra manera. Ojalá hubiese otra manera. Por favor, Flavia, prométeme que no vas a ir ahí. Que hablarás con Teresa, con doña Manuela, con quien sea. [suena música emotiva] Ten paciencia, mujer, si los hermanos pequeños somos así, puñeteros. Y tanto que puñeteros. Mira, mi hermana Isabel... yo siempre le buscaba las cosquillas. Y ella bien que se defendía. Me daba collejas, me daba pellizcos, qué bruta era. Pero había que entenderla a ella también. Era una cría y, por ser la mayor, le tocó cuidarme. ¿Ves esto? Me lo enseñó pa' no tener que depender de una mujer. -Qué lista es tu hermana. -[Ramón] Sí. Eso viene de familia. También me enseñó a ser aseado, noble, ahorrador. Y a ver que todo lo que merece la pena en la vida, pues, se consigue con esfuerzo. Y sin rendirse. Y luego, cuando vinieron los pequeños, me tocó a mí hacer lo mismo con ellos. Ya mi hermana Isabel se había casado. Entonces la entendí. Pero también entendí que si mi hermana me sigue queriendo y me perdonó los dolores de cabeza que le di es porque la sangre tira. Vas a ser una hermana estupenda, Tere. Estoy seguro. [suena música emotiva] [tocan la puerta] -¿Se puede? -Sí. -¿Vas a lo del pelele? -Sí, ¿y tú? No. Le he pedido permiso a Teresa para quedarme estudiando. ¿Quieres algo? Tengo un problema. Bueno, yo no, una conocida. Sabe lo que quiere hacer, pero no sabe dónde ir. O te explicas mejor o no entiendo nada. ¿Tú conoces estos sitios donde ayudan a mujeres... mujeres que tienen una situación que no desean? Ya. Y yo, como soy negra, tengo que conocerlos, ¿no? -No, no, yo... da igual... -Sí, espera. Sí los conozco. Pero no te los recomiendo, no son ninguna tontería. Una mujer muy cercana a mí también tuvo un problema, como el de tu conocida. Su jefe la obligaba a hacer algo más que limpiar. Y un día, tuvo que ir a uno de esos sitios y no volvió. Hay que tenerlo muy claro para ir allí. ¿Tu conocida estás segura? [suena música emotiva] [voces indistintas] Ah, no, pues, parece que ya estamos en carnaval. Todo esto es mérito de Manuela. Ha hecho un gran trabajo con lo que había. Por cierto, ¿has pensado en tu disfraz? Sí, claro, pero no te voy a decir nada porque no quiero arruinar la sorpresa. [risa] [suena música alegre] ¿Qué haces aquí? Te dije que me dejarais en paz. Necesitamos que saques más material. No, no, eso nada. Dejadme tranquilo de una vez. Porque si no... ¿Qué? ¿Qué vas a hacer? ¿Llamar a la guardia civil? Ella se ha dado cuenta que falta material en el laboratorio, -así que no me voy a arriesgar. -Precisamente. Si no lo haces, la primera persona que se va a enterar de los líos en que andas metido será ella. Me basta con cruzar esa verja. [suena música de tensión] Mañana lo queremos. [suena música de tensión] [risas] [voces indistintas] Al final, va a tener su gracia lo del muñeco. Pelele. [trinos] Siento haberme comportado como me comporté ayer. [Trinos] Cuando estoy enfadada no pienso en lo que digo. No te preocupes. Todo está en orden. [trinos] ¿No te apetece ir con tus compañeras y mandarlo? Anda, vete. [trinos] [suena música alegre] [voces indistintas] [todas] i¡Una, dos y tres! [voces indistintas] -i¡Más alto! i¡Más alto! -[todas] i¡Una, dos y tres! [gritan] i¡Una, dos y tres! [gritan] i¡Una dos y tres! [gritan] [suena música de alegría] Una, dos... [risas] i¡Arriba! [suena música de alegría] i¡A dónde hemos llegado, banderines! Con lo que ha sido el carnaval en esta institución... Está precioso, hija. Muy original. Gracias, padre. Gracias. No me lo puedo creer. -Subo y me cambio. -No, no, no, por Dios. Hacen falta más Cleopatras en el mundo. -Buenas noches. -Buenas noches. [Manuela] ¿Vamos a disfrutar de la fiesta? -Sí, por favor. -[Manuela] Cuida a las niñas. [voces indistintas] -Buenas noches. -Buenas noches. ¿Y esta mujer? Ya no sabe qué hacer para llamar la atención. -Buenas noches. -Buenas noches. Buenas noches. Qué guapas estáis. Muchísimas gracias, doña Carmen. Te ha quedado precioso, Roberta. Doña Manuela, ¿puedo hablar con usted un momento? Por supuesto. -¿Van iguales? -[Carmen] Sí. Quería pedirle perdón por lo del otro día. [Carmen] ¿Y de qué vais disfrazadas? No hay nada que perdonar. -Tranquila. -Gracias. Ay, que empieza el baile. [suena música instrumental] Ahí está, deseadme suerte. [suena música instrumental] Doña Rocío, don Francisco. Bienvenidos. [suena música instrumental] -Buenas noches. -¿Vicente? [Vicente ríe] -Estás imponente. -[Luisa] Gracias. -¿Y tú disfraz? -Lo llevo puesto. Voy de cartero. ¿Me concedes el honor de ser mi pareja en esta fiesta? Claro. Lucía, qué guapa. [suena música instrumental] [Candela] ¿Seguro que vas a estar bien? -¿No quieres bajar ni un ratito? -No tengo ganas de fiesta. ¿Has pensado ya qué vas a hacer? ¿Vas a hablar con alguna maestra? Mañana hablaré con doña Manuela. [suena música instrumental] Luego subo y te cuento todos los cotilleos, ¿sí? [suena música instrumental] Candela. Estás preciosa. [suena música instrumental] [suena música de tensión] [suena música instrumental] Al final me quedó bien tu disfraz, ¿eh? Pero si solo cogiste del bajo, Ramón. Si no llega a ser por mí, lo llevarías arrastrando. [suena música instrumental] Ramón, yo creo que tenemos que hablar de todos lo que pasó. No pasa nada, Tere. No hay nada de qué hablar. No me mires así, soy más moderno de lo que piensas. ¿No quieres seguir hablando del tema o qué? ¿Qué quieres saber? [suena música instrumental] Pues, no sé. Si tienes alguna otra hermana por ahí que yo no sepa. [suena música instrumental] [murmullos] Buenas, ¿es la casa de doña Elisa? Sí, pasa. [bebé llora] [puerta se cierra] [bebé llora] Yo soy María. Flavia. Todo va a salir bien, Flavia. Hasta ahora, ¿no? [suena música instrumental] -[Manuela] Ay, Teresa... -¿Qué tal va el parque? Pues, mira, como alguien me vuelva a decir la buena pareja que hago con Martín o la suerte que tengo, me quito la vida, de verdad. -No me extraña. -No puedo más. Manuela, ¿puedes venir un momento, por favor? Quiero que saludes a los Montálvez. ¿No se pueden saludar ellos solos, Martín? Estoy con Teresa. Tengo negocios con ello y quieren saludarte. -Vamos, por favor. -Está bien. [suena música instrumental] ¿Te he dicho ya que estás muy guapa? Sí, pero gracias otra vez. Tú también estás muy guapo. Son casi las 10:00 ya. [suena música instrumental] ¿Tienes, tienes que irte a algún lado? [Margarita] No. Estaba esperando a que me lo pidieses tú, pero me daba igual. -¿Bailamos? -De acuerdo. Así. [suena música instrumental] Me alegra mucho que estés aquí conmigo. Gracias por venir. ¿Sabes? Llevo tiempo pensando en algo que me apetece mucho hacer. [suena música instrumental] Yo también. Estoy muy a gusto contigo y me gustaría demostrártelo. [suena música instrumental] [susurros] No. [susurros] Ahora no. ¿Cómo que no? Si no es ahora, ¿cuándo? -Ya están aquí. [voces] No puedes hacerlo. [voces] No puedes. -Ya vienen. -[voces] Estás muerto. El cielo se va a caer. Lo sé. [lamentos] Elías. [risas] -Elías, ¿estás bien? -i¡Dejadme! [risas] Ya están aquí. ¿Estás bien? ¿Estás bien? [risas] Basta. Dejadme. i¡Basta! Margarita, ¿qué ha pasado? Nada, se ha agobiado con tanta gente. No, voy yo. [suena música instrumental] [susurros] [voces] ¿Estás bien? ¿Estás bien? [risas] [susurros] Elías, estoy aquí, tranquilo. Estoy contigo. Tenía que salir de ahí, vinieron por mí. ¿Quieres salir a tomar el aire? [resuella] No me van a dejar en paz nunca, nunca. Yo quería... Deja que te abrace. No te preocupes, estoy contigo. Voy a estar contigo. [bebé llora] Con cuidado. Ve a jugar allí con tu hermano, por favor. [bebé llora] Perdona, ¿eh? Es que no tenía con quién dejarlos. [bebé llora] Hoy es carnaval. ¿Has estado en Venecia? -Nunca he viajado al extranjero. -Pues, te encantaría. Yo fui con mi marido de viaje de novios. Es una ciudad donde todo parece que brilla. Sus casas, sus canales, sus góndolas. Si cierro los ojos parece que estoy allí. Mira, ciérralos, ya verás. Parece que oigo las risas de los enmascarados de un baile cercano. [risas] Y el sonido del agua chocando contra la guilla de las góndolas. ¿Lo oyes? [agua fluye] Y un violinista en la Plaza de San Marcos, tocando la "Chaconne" de Vitali. [suena música de violín] Allí el tiempo va más despacio. Es como estar en un cuento. [suena música de violín] -Mira qué torpeza la mía. -Hey, no te preocupes, Vicente. -Pero es una faena. -Eso sale con vinagre, -voy a la cocina. -No, no, no, hombre, tampoco es para tanto. Con un poco de agua se va. Voy a, voy a por vinagre. [risas] [voces indistintas] Pues, los Montálvez han sido muy amables. Nos han invitado a su casa de Cádiz a pasar el fin de semana. Eso está muy bien, esas son las amistades que os interesa cultivar. Ya, lo que pasa es que tengo cosas que hacer el fin de semana. Pero no podemos hacerles ese feo, cariño. [Manuela] Pues, claro que no. Son gente muy influyente, tenéis que causarles una buena impresión. Nosotros siempre la damos, ¿verdad? Si me disculpáis. [suena música instrumental] Hola. ¿Me das uno? [suena música instrumental] [exhala] Gracias. [suena música instrumental] [suena música se detiene] [voces indistintas] [tose] -¿Está bien? -Sí, perdona. No parece muy habituada a fumar. Es una excepción, la verdad. Y créeme si te digo que la ocasión lo merece. -¿Me permite? -Sí, claro. Perdona. Hay que llevar un poco de humor a la boca. No mucho. Y después retener el humo adentro un segundo, para que no queme. Y expulsarlo suavemente. Pruebe ahora. [tose] [risas] Y, cuando llegue a cien, ya no toserá. Se nota que no he fumado nunca, ¿verdad? Madre mía, si me viera mi madre. Bueno, no se preocupe, se me da bien guardar secretos. [suena música de tensión] Perdóname, perdón. Disculpa, no sé qué me ha pasado. -Pero... -Perdón. [pasos] [suena música instrumental] Carmen, ¿has visto a Vicente? No, un rato que no le veo. Gracias. [suena música instrumental] [tintineo de cristal] [cristal cayéndose] [suena música instrumental] [tintineo de cristal] ¿Vicente? ¿Qué estás haciendo? ¿Qué haces con ese frasco? Luisa, déjame que te lo explique. ¿Estabas robando? Sí. Pero... ¿Por qué? ¿Para qué ibas a querer tú...? No son para mí. Me pidieron que lo hiciera. ¿Quiénes? [Vicente] La organización. El hombre que viste el otro día, el de la terraza. Fabrica explosivos. -¿Cómo? -[Vicente] Bombas caseras. ¿Y tú qué tienes que ver con él? Yo trabajo para ellos. ¿Trabajas fabricando bombas? ¿Y eso qué tiene que ver con un cartero? Mi empleo es solo una tapadera. -Pero ¿tú quién eres? -Luisa, me obligaron a hacerlo. -Me has estado utilizando. -No, no, eso no. ¿Ese es tu interés por mí, robar material para fabricar bombas? Luisa, escúchame, te lo ruego. Mis sentimientos hacia ti son reales. Tú eres lo único bueno que me ha ocurrido en muchos años. Debería llamar a la policía. Sal de aquí. -Lo siento... -i¡Sal de aquí! [suena música dramática] [suena música instrumental] ¿Has fumado? ¿Y desde cuándo fumas tú? En realidad, no me conozco casi nada. Sí, madre, he fumado. Sí. ¿Qué problema hay? Soy una mujer adulta, se lo recuerdo. ¿Estás perdiendo el juicio? No, estoy intentando recuperarlo, es lo que hago. ¿Y sabe qué le digo, madre? Que estoy cansada. Sí, estoy agotada de fingir que todo está bien cuando en realidad las cosas no están bien. Miren, para que lo sepan, por ejemplo, Martín y yo ya no estamos juntos. Ya no somos una pareja, cada uno está haciendo su vida. Sin ir más lejos, él se está viendo con otra mujer y yo me acabo de besar con un hombre que no conozco de nada. Ya está, madre, ya está. Quiero que sepa que no voy a callarme más, que se acabó. Y que voy a seguir tomando mis propias decisiones, aunque le duela, sean las que sean, aunque me equivoque porque no soy perfecta ni quiero serlo. No quiero, lo único que quiero ser es libre de una vez, libre. Libre... ¿Y tú no vas a ir tras ella? [suena música instrumental] [aplausos] [suena música de tensión] Flavia... [suena música de tensión] [voces indistintas] Chicos, ¿habéis visto a Flavia? No. [Candela] Doña Manuela, ¿ha visto a Flavia? No, ¿qué pasa? Es que la estoy buscando por todas partes y no sé dónde está. Yo, yo creo que sé dónde puede haber ido. -¿Tú? ¿Qué le has dicho? -Ha sido su decisión. Si lo quería hacer, nadie lo iba a impedir. Candela, ¿qué está pasando? Que Flavia está embarazada. Para mí que le han salido granos. Seguro. Oye, pero ¿Flavia no se suponía que no iba a bajar? ¿De dónde vienes? ¿Qué te pasa? ¿Estás bien? Flavia. -i¡Flavia! i¡Flavia! -i¡Flavia! i¡Di algo! i¡Flavia! i¡Pide, pide ayuda! i¡Flavia! i¡Flavia, mírame! -i¡Flavia! -¿Habéis mirado, no sé, en la capilla, en el baño? ¿No? Pues, buscad. Voy a preguntar yo. Doña Manuela, por favor, venga. i¡Ayuda! i¡Ayuda! i¡Ayuda, por favor! Flavia. Flavia... i¡Flavia! i¡Doña Manuela! i¡Doña Manuela, por favor! Flavia. i¡Por favor, llamad a mi padre ya! -i¡Por favor! -i¡Ayuda! [Manuela] i¡Flavia! i¡Flavia! Mírame, por favor. Por favor, pedid ayuda, por favor. Flavia, Flavia. Escúchame, ¿estás bien? Flavia... i¡Por favor, pedid ayuda! Por favor. Flavia... [suena música dramática] [Carmen] El entrenamiento empieza hoy y la competencia dentro de cuatro días. Caballeros, les he dicho que hemos venido a competir, no a mirar a las muchachas. -i¡Ángela! -i¡Ángela! [Manuela] Y estás... voluminosa. [Flavia] Por favor, no le digan que fue provocado. No sé cómo reaccionaría. Me gustaría irme en verano a París a trabajar en algún taller de costura. Para ser una academia de señoritas, las formas dejan mucho que desear. ¿Quieres comprobarlo por ti mismo? [Teresa] Paula, qué sorpresa, no sabíamos qué trabajas aquí. Doña Carmen, de verdad que yo no puedo hacerlo. María Jesús, tú puedes hacerlo. Vas a competir, vas a ganar y nos vamos a ir a Madrid. -¿A Madrid a qué? -No puedo seguir huyendo. Si te llega a haber pasado algo, no me lo hubiera perdonado. Sigues enamorado de Manuela y yo no puedo competir con ella. Nunca he podido. He venido a hablar contigo. Ayer me quedé preocupada. Te podrías haber preocupado antes, cuando te fuiste sin decirme adiós. ¿Es que usted nunca se pone ropa de mujer o qué? [risa] Llevar pantalones no te convierte en hombre, chiquitín. "Mejor dedícate a tus labores, niña". Pero, bueno, esto ya se pasa de castaño oscuro. [Flavia] Voy a vivir mi vida y nadie me lo va a impedir. ¿Se puede saber qué está pasando? No lo puedo creer que lo estés volviendo a hacer. ¿Hacer qué? Frustrar el sueño de María Jesús como frustraste el mío. [Paula] Quería recordarte y no era capaz. ¿Y quieres saber cuándo dejé de pintar? Fue justo ahí, cuando me di cuenta fue ya no podía pintarte a ti. Se acabó, no me vas a torear más. Recoge tus cosas, nos vamos ahora mismo. [Manuela] ¿Por qué has vuelto si tanto me odias? ¿Para hacerme daño? [Luisa] Venga, María Jesús. Tú lo puedes conseguir. ♪ "La Otra Mirada" is available with PBS Passport. Go to pbs.org/ getpassport. Also available by subscription to the PBS "Masterpiece" Prime video channel on Amazon. ♪