Next from Walter Presents on PBS, "La Otra Mirada" The following program contains content which may not be suitable for all audiences. Viewer discretion is advised. This program was made possible in part by contributions to your PBS station from viewers like you. Thank you. [suena música de acción] ¿Tú conoces estos sitios donde ayudan a mujeres, mujeres que tienen una situación que no desean? [mujer] Sí los conozco, pero no te los recomiendo. Te dije que me dejarais en paz. Es que no lo entiendo, me falta material Seguramente alguna de las chicas lo habrá cambiado de sitio. Doña Carmen, de verdad que yo no puedo hacerlo. María Jesús, tú puedes hacerlo. Lo único que tienes que hacer es entrenar, muchísimo. Elías, ¿estás bien? Ya están aquí, ¿los ves? Que vengan por mí. No me van a dejar en paz nunca. Flavia, ¿qué te pasa? !¡Flavia! !¡Flavia! ¿Vicente? Me has estado utilizando. Mis sentimientos hacia ti son reales. !¡Sal de aquí! [Manuela] ¿Te estás viendo con alguien? Es de fuera de Sevilla, aunque trabaja aquí. Mejor dedícate a tus labores, niña. Han vuelto. Margarita no se lo puede contar a nadie. Ni a la maestra ni a las alumnas, a nadie. [Ramón] Necesito que me lo jure. Voy a paralizarlo todo. Usted no tiene la capacidad de paralizar nada, y no olvide que tiene mucho que perder. [Flavia] ¿Y qué tal con Tomás? Muy bien. Me está apoyando mucho, es buen chico. Esquizofrenia. Esto es lo que creo que puede tener Elías, a que ve y escucha cosas que tú y yo no. ¿Y esto? Flavia, estás escondiendo las medicinas, arriesgando tu vida otra vez. No puedo seguir huyendo. Sigues enamorado de Manuela, y yo no puedo competir con ella. Nunca he podido. Si hubiese pasado algo, no me lo hubiera perdonado. [Flavia] Voy a vivir mi vida, y nadie me lo va a impedir. [Carmen] No me puedo creer que lo estés volviendo a hacer. ¿Hacer qué? Frustrar el sueño de María Jesús, como frustraste el mío. ¿Y tu venganza ha sido acostarte con Martín? [Luisa] Bueno, lo que ha conseguido es mucho más importante que cualquier trofeo. !¡María Jesús ganadora! Se acabó, no me vas a tolerar más. Nunca te he querido ni lo voy a hacer, al igual que no quise un hijo tuyo. No fue natural. [Tomás] Lo que has hecho es delito. Así que, sino es hoy, será mañana, pero vendré a por ti. ¿Por qué has vuelto, si tanto me odias? Dentro de poco, la academia para señoritas será nuestra. [suena música dramática] Roberta, ¿podemos hablar un minuto? Eh, la verdad es que llego algo tarde a Francés. ¿Y luego? Llevo días detrás de ti, y... Mira, Tomás. Yo creo que está todo claro entre los dos, ¿no? Yo lo que más quiero ahora es irme a París. Y bueno, tú está claro que quieres otras cosas, ¿no? Entonces ¿está todo bien? Sí, está todo perfectamente. Y gracias. Gracias a ti, Roberta. Bueno, me voy yendo. Porque, sino, no voy a llegar. -Doña Luisa... -[Luisa] Roberta, por favor. Una cosa es que estés exenta de acudir a las clases, y otra muy diferente es que olvides los modales. Perdone. A ver si miras por dónde vas. Perdone, perdone. Buenos días. -Buenos días, doña Luisa. -Buenos días. Ha llegado el correo. Oiga, ¿sabe usted si Vicente está enfermo, le pasa algo? El que está repartiendo el correo es otro señor. ¿Y a ti qué más te da quién reparta el correo? Lo importante es que lleguen las cartas, ¿no? Pues, también es verdad. Toma, repártelas tú hoy. -Luisa. -¿Sí? Tienes visita. [suena música emotiva] Arcadio. Arcadio, hijo. Pero déjate que te vea. Qué guapo estás. Gracias, madre. -¿Cómo estás? -Bien. Todo bien. Que no, que no vengo solo. ¿Cómo? Le presento a Catalina, mi prometida. Encantada, doña Luisa. Su hijo me ha hablado muchísimo de usted. [suena tema principal] ¿Es que has terminado de volverte loca? No puedes echarla. Teníamos un trato. Teníamos muchos tratos que nunca debí cumplir, madre. Lo siento mucho, pero la decisión está tomada. Te has propuesto hundir esta institución, y no vas a parar hasta conseguirlo. Madre, ¿de verdad usted cree que yo echaría a Carmen a mitad de curso sin tener razones? Nos engañó. No vino a ayudarnos, vino a hacerme daño. Pero ¿de qué estás hablando? Carmen nunca te haría daño a ti. ¿Está usted segura de eso? Porque es la mujer que se ha estado acostando con Martín todo este tiempo. Ya he hablado con las alumnas, y ya les he dicho que ha habido un imprevisto y que no puede volver. Y ahora, si me disculpa, tengo mucho trabajo, por favor. Pensaba que no te volvería a ver. La tía Pilar me llamó. Me dijo que fuiste a su casa. Sí. Al principio, no sabía muy bien qué hacer ni a dónde ir. Hijo mío, siento mucho haber sido tan dura contigo. No se preocupe, madre, no hice bien las cosas. ¿Sabe la cantidad de veces que descolgué el teléfono para llamarla, y...? La echaba en falta. Y yo a ti, cada día. Te escribí cartas a casa de la tía, por si volvías a aparecer, pero... Bueno, ya estoy aquí. Sí. Y creo que tienes muchas cosas que contarme. Si se refiere a Catalina, es una mujer maravillosa. Ya me imagino, para decidir casarte así. ¿Y, y cuándo tenéis pensado...? Este sábado en Santa Gema. No, hijo. A mí me gustaría hablarlo antes contigo. Para eso he venido, para hablarlo con usted. No me parecía conversación para hablarla por teléfono. Arcadio, el matrimonio no es un asunto para tomárselo a la ligera. No lo hago. Lo he meditado bastante. Pero, pero ¿cuándo os habéis comprometido? Poco. Ha sido muy rápido. Ya. ¿Y, y tú has pensado en el futuro? ¿En formar una familia? -Eso vendrá después, ¿no? -No, Arcadio. Esa mujer te lleva unos cuantos años. ¿Qué importa la edad, madre? ¿No es capaz de alegrarse por mí? Arcadio, sabes que siempre he querido lo mejor para ti. Pero, entiéndeme, después de casi un año apareces de repente, comprometido con una desconocida que... Lo sé, madre. Pero, si de verdad quiere que sea feliz, confíe en mí. Dele una oportunidad. Solo quiero que os conozcáis. ¿Por qué no salimos los tres esta tarde? ¿Y no es un poco raro que se fuese así? Y encima el día de la competición. Ya, pero ¿por qué iba a mentirnos doña Manuela? Yo qué sé. ¿Y si no vuelve? Pues, vamos nosotros a verla a Madrid. ¿Ese no es...? ¿Arcadio? [Arcadio] María Jesús. ¿Qué tal estás? Me alegro de verte. Muy bien, gracias. Estoy estudiando y estoy muy contenta. Ahora, sino te importa, tengo clase. Espero que te vaya en todo muy bien. Igualmente. Adiós. ¿Qué ha sido eso? Fueron novios el año pasado. No tiene importancia. Pues, no te pega. Ya lo sé. [suena música de suspenso] Los avances de la ciencia casi siempre han estado basados en descubrimientos anteriores. Es decir, Edison no habría llegado a la lámpara incandescente sin los avances de Alessandro Volta. Y sin las aportaciones de ambos, Hertha Marks no habría creado el arco eléctrico, que fue lo que posibilitó la llegada de la electricidad. Esto nos lleva a la conclusión de que los científicos son responsables de sus logros, pero también de lo que pueden llegar a hacer los que vienen detrás. ¿Sí, Margarita? ¿Qué es lo más importante para llegar a ser una gran científica? Ser hombre y blanco. [risas] Señoritas, por favor. Bueno, si Hertha Marks lo ha conseguido, ¿por qué no nosotras? Nadie ha dicho que no lo podáis conseguir. Solo quiero que seáis conscientes de que esta sociedad se lo pone muy difícil a las mujeres que quieren dedicarse a la ciencia. Pero, doña Luisa, usted es científica, ¿no? Diseñó y patentó un invento. No, Candela, yo no soy científica, yo soy profesora de física y química, entre otras asignaturas. [Luisa] Y lo de esa patente es agua pasada. Aparte, es una pérdida de tiempo. Pero, bueno, vamos a centrarnos. Quiero que os coloquéis por grupos y observéis qué sucede al calentar el hierro de un imán, y apuntéis los resultados en estas plantillas. Tenéis 40 minutos. [suena música de creatividad] Doña Luisa, hemos terminado. Doña Luisa... Perdón. Por favor, apagad los mecheros, id saliendo, y me entregáis los resultados. Aquí tiene, doña Luisa. No voy a volver con Enrique, lo tengo decidido. ¿Lo has pensado bien, Flavia? ¿Qué va a pensar, Manuela? Si tiene un marido que se la ha querido llevar a la fuerza. Lo sé, pero nos guste o no la ley está de su parte. [Tomás] No pueden dejar que se acerque a ella. Estaba como loco, y ya sabe que está casi recuperada. Es que va a volver. Claro que va a volver. Tenía que decírselo, no aguantaba más. Flavia, tú no tienes ninguna culpa. No nos podemos olvidar de que interrumpir un embarazo es delito. Y de que, como la denuncie, puede ir a la cárcel entre cuatro y seis años. No podemos permitir eso. [Manuela] No sé, podemos intentar hablar con él. No va a entrar en razón. ¿Y tú crees que va a escuchar? Un hombre que ya ha mostrado su agresividad y que no le importa ni lo más mínimo lo que ella tenga que decir. [Teresa] Pues, no lo sé, Teresa. Lo que sí sé es que tenemos que ser inteligentes, y tenemos que resolver esto de manera discreta y pacífica. Tú tranquila, Flavia, que él no se va a salir con la suya, te lo aseguro. No, no, no, no, no. [música dramática] Señoritas, vayan saliendo. Con calma, pero rápido. Vamos, vamos. -¿Qué pasa? -Fuego. -Hay que desalojar. -¿Dónde? En el laboratorio, fuego en el laboratorio. Vosotras, sacad a las niñas. Sí. Vamos saliendo poco a poco. Tú ve llenando los cubos. Con tranquilidad. [suena música dramática] Dios santo. Voy por más cubos de agua. Sí. Rápido, Ramón. !¡Id saliendo! Rápido. Paloma, sigue tocando, voy a ver si hay más gente al otro lado. [campanadas] -¿Qué está pasando? -Hay fuego en el laboratorio. No es grave, pero tenéis que id saliendo ya, todas. A la puerta. Con calma, pero hacia la puerta. Pero necesito mis cosas. -Margarita, hay que irse. -Un momento, por favor. -No hay tiempo. -Un momento, por favor. -Hay que irse. -Va a ser un momento, por favor. Margarita, que se está quemando. Por favor, es importante, es una cosa. [voces indistintas] No salgas, es una trampa, vamos que te van a coger, -vamos. -¿Qué haces? Suéltala. -[Elías] Es una trampa. -Elías, ¿qué quieres? Que no, es una trampa. Vente. -Elías, por favor, escúchame. -¿Qué pasa? Tengo que protegerla. -¿Estás loco? -!¡Quítate! ¿Qué haces? -Pero ¿qué haces? -[Margarita] Escúchame, Tomás. -!¡Tomás! -¿Qué? -Hay fuego. -Que no, que es una trampa. !¡No entendéis! !¡Que no entendéis! Es una trampa. No salgan. No salgan, por favor. [suspiro] ¿Cómo ha podido pasar esto? Debió de quedarse un mechero encendido. Siempre lo compruebo al acabar, pero, -esta mañana se me olvidó. -[Manuela] Luisa, por Dios, esto está lleno de componentes químicos. ¿Tú sabes lo que podría haber pasado si se llegan a quemar? Sí, no puedo pensar en otra cosa, Manuela. Bueno, afortunadamente solo ha sido un susto. Es que no lo entiendo. De verdad, no lo entiendo. Hablamos largo y tendido de las medidas de seguridad. Medidas que obviamente no se han cumplido. Manuela, ha sido un descuido, nos podría haber pasado a cualquiera. No. Gracias, Teresa, pero Manuela tiene razón. Esto no es propio de mí, y es inadmisible. Yo creo que lo mejor es cerrarlo. Nadie ha dicho nada de cerrarlo. Sí, lo digo yo, y sé muy bien lo que digo. Yo ahora mismo no estoy capacitada ni para garantizar la seguridad de las niñas ni de nadie. Así que se cierra. Luisa, ¿cómo que no estás capacitada? No seas drástica, por favor. No, mucho más drástico hubiera sido si hubiera habido alguna desgracia personal. Es que no quiero ni pensarlo. No. Ya está, está decidido. No se hable más, ya está. [Manuela] Luisa, por Dios. Luisa... Lo siento muchísimo. ¿Estás bien? -Puedes confiar en nosotras. -No... Ahora en la que no puedo confiar es en mí. -Luisa... -No. Luisa... Hago todo lo que queráis, pero, por favor, no digáis nada. Escúchame, Margarita, tu novio es un loco y es peligroso, así que doña Manuela tiene que saberlo. Eso no es verdad, y lo sabéis todas. Elías nunca haría daño a nadie, es solo que se ha puesto nervioso. Pero, Margarita, que ha intentado pegarle a Macarena. ¿Tú le has visto la mirada? Es que no está bien, y se ha dado cuenta todo el mundo menos tú. Margarita, esto lo hacemos por ti. -Es que estamos muy preocupadas. -Vale, pues, si de verdad estáis preocupadas por mí, no entréis en ese despacho. Elías tiene una enfermedad. Sí, la enfermedad de la violencia es lo que tiene. Esquizofrenia, tiene esquizofrenia. ¿Sabías que Elías tenía una enfermedad mental? ¿Sí, o no? Y aún así me pediste que le contratara sin decirme nada. Y tampoco me pensabas contar lo de hoy. Lo siento, doña Manuela, yo solo quería protegerlo. Ya, ¿y quién protege a las alumnas? ¿Quién? ¿Y cómo le explico yo esto a sus padres? Bueno, igual no hace falta darles detalles. No tienen por qué saber lo de la enfermedad, ¿no? Pues, no lo sé, lo que sí sé es que lo mínimo era que lo supiéramos nosotras. Bueno, eso está clarísimo. Y ahí te has equivocado, Ramón. Pero, bueno, yo estoy segura de que lo has hecho porque no sabías que podía ser peligroso, ¿no? Yo conozco a Elías desde que nació, y es que es incapaz de hacerle daño a una mosca. Además es centrado en su trabajo, nunca ha dado un problema hasta hoy. ¿Y tú me puedes asegurar que esto no va a volver a pasar? No, ¿verdad? Pues, lo siento muchísimo, pero no creo que sea buena idea que siga en la academia. Lo siento, de verdad. Sus padres lo tenían todo el día encerrado en casa para que en el pueblo no se hablara de él. Eso es lo que le espera si vuelve. No es peligroso, solo necesita ayuda. Está bien. Pero voy a necesitar que le vea un médico y que me asegure, como tú dices, que no es peligroso para nadie, Ramón. Lo que usted diga, doña Manuela. Yo se lo agradezco muchísimo. Será una ceremonia sencilla. Aunque me ha costado mucho convencer a Arcadio. Ya sabes cómo es, quería una celebración por todo lo alto. Ya, me imagino. Pero, a nuestra edad, algo así no sería muy apropiado, ¿no crees? Bueno... ¿Te he enseñado ya el anillo de pedida? Es de la mejor joyería de Cádiz. A la piedra le llaman el champán de la gema. A que es una preciosidad. Sí, sí que lo es. Mi hijo siempre ha tenido un gusto exquisito. Bueno, y cuéntame, Arcadio, ¿en qué andas metido? ¿Estás trabajando? Invertí bien el dinero, madre. Soy socio en una conservera en Barbate. Estamos exportando atún a toda Europa. ¿Eres empresario? Un joven de éxito, atractivo, y con una madre estupenda. ¿Qué más puedo pedir? Anda, Arcadio, ¿por qué no nos traes un barquillo? Aprovecho ahora para decirte que, bueno, que estamos muy agradecidos por ser la madrina. Para Arcadio es muy importante. Sé que estabais muy unidos, y te ha echado mucho de menos. Los mejores barquillos de Sevilla. Gracias. -¿Quieres? -No. No, gracias. Elías, ¿tú recuerdas el incidente de esta mañana con Macarena? Venían por Margarita. Entiendo. Estáis mintiendo. Queréis engañarme. [Pascual] ¿Estás bien, Elías? ¿Han vuelto las voces? Sé que puedes escucharlas, pero no son reales. Quieren hacerme daño. Y a Margarita. Pero no les voy a dejar. Margarita tiene suerte de que quieras cuidarla. Pero, no te preocupes, ella no está en peligro, y tú tampoco. Esas voces, la confusión, el miedo, solo están en tu cabeza. Son los síntomas de una enfermedad que se llama esquizofrenia. ¿Por qué me dice eso? Me está mintiendo. Elías, don Pascual tiene razón, es un buen médico. No. Confía en mí, sabes que jamás te mentiría. Quiero que veas algo. Aquí lo explica todo. No eres al único al que le pasa, le pasa a otras personas también. Y si estoy enfermo, ¿puedo curarme? ¿Desaparecerán las voces? Lamentablemente, la enfermedad que padeces, la esquizofrenia, no tiene cura, al menos por ahora. Pero hay rutinas que pueden ayudarte. [Pascual] Claro que sí, Margarita. Pero es muy importante que lleves una vida ordenada. Comer bien, dormir, salir, hacer ejercicio. No se preocupe, que de eso me encargo yo, ¿eh? [Pascual] Así me gusta, Ramón. Bueno, creo que ya han sido suficientes emociones por hoy. Si te parece bien, te voy a poner una inyección para que descanses. Volvía de clases de francés y pasaba por aquí cerca. ¿Estás ocupada con algo? ¿Te molesto? No. Acomódate. Nos han confirmado la fecha del examen de Francés en Madrid. En dos días nos vamos con la maestra. Y estás nerviosa. Sí. ¿Y sino apruebo? Y si no consigo el trabajo, ¿qué hago? A ver, no te anticipes. Roberta, no sufras por algo que todavía no ha pasado. Tú ahora céntrate, estudia, que seguro que te va a salir muy bien. Y si no sale, no pasa nada. El fracaso no existe, Roberta. Será lo que tenga que ser, tú confía. ¿Podemos repasar un poco? Claro. [hablan en francés] Es una máscara de las Wodaabe. ¿También has estado en África? Sí. ¿Y están tan atrasados como dicen? Bueno, atrasados, atrasados depende de quien lo juzgue, ¿no? Mira. Los Wodaabe, por ejemplo, es una tribu nómada donde el divorcio está completamente normalizado. Y las mujeres son las que gobiernan. -¿De verdad? -Hmm-hmm. Y tú que has viajado tanto, ¿no te aburres aquí en Sevilla? Bueno, la cosa es que aquí en Sevilla he encontrado algo que no tengo en ningún otro sitio. [hablan en francés] A ver, ya está dormido. Después de descansar un poco, se sentirá mucho mejor. ¿Usted qué opina, padre? Con los cuidados adecuados, no debería haber mayor problema. Elías no es un chico violento ni peligroso. Bueno, de hecho, en general los esquizofrénicos nunca lo son. Así que, si eso es lo que te preocupaba, puedes estar tranquila. Pero ¿lo que ha pasado hoy se puede volver a repetir? Si él está tranquilo y sigue las pautas, no debería volver a suceder. Y además, estoy convencido de que en un entorno como este Elías podrá llevar una vida normal. Una oportunidad que no tendría si acabara en una institución mental. Los tratamientos que siguen allí, hija, son devastadores. [suena música dramática] Supongo que, que debemos intentarlo aunque sea, ¿no? ¿Qué haces estudiando tan tarde? Nada que te interese, pero si quieres chivarte. Siento mucho lo de esta mañana. Sabes que no soy una chivata, pero estábamos muy preocupadas. ¿Esta es la enfermedad que tiene? Doña Manuela nos ha estado contando. La verdad es que se ha armado bastante revuelo. Debes quererle mucho para estar con alguien así. ¿Así cómo? Si tuviera cualquier otra enfermedad, ¿estaríais tan preocupadas? ¿Sabes? Da igual en cuántos libros busques. Apenas se sabe nada sobre enfermedades mentales. Nadie parece reconocer que le podría pasar a cualquiera. A ti, a tu familia, a tus amigos. Y si pasa, se esconde por vergüenza, y porque lo diferente da miedo. Me siento mal por él. Elías no necesita tu compasión. Yo lo sé, Margarita. Solo digo que ahora empiezo a entenderlo, que a mí también me han tratado siempre como la diferente. Tú la primera cuando llegué. Y te pido disculpas, me porté fatal. Pues, sí, fuiste una idiota. Supongo que conocer a Elías me ha hecho darme cuenta de muchas cosas. Y por eso espero que puedas perdonarme, y a él aceptarle. Bueno. Lo segundo seguro, y lo primero ya veremos. La última vez que nos vimos aquí me dijiste que te casarías conmigo. No sé si va a ser posible. Me da igual. Quiero pasar el resto de mi vida contigo. ¿Y Roberta? Hemos hablado. Yo estoy enamorado de ti, Flavia, y siempre lo he estado. Y esta vez nada de lo que pase me va a apartar de ti, te lo juro por Dios. No blasfemes. Perdón. Si doña Manuela y Teresa no consiguen convencer a Enrique, las cosas pueden ponerse muy complicadas. Sea como sea estaremos juntos. ¿Estás seguro? Más que nunca. [suena música sentimental] Roberta. He llamado a la academia para decir que te vas a quedar a dormir. Anda, vete a la cama. -¿Y tú? -Yo me quedo en el sofá. Tienes pijamas en el armario. Pero si cabemos las dos en la cama. Está bien, lo recojo y voy. [Luisa] ¿Reboreda joyera? Sí. Mire, estoy buscando una pieza especial. El champán de la gema, se llama. Ah. Muy bien, gracias. El champán de la gema, sí, ya. No se preocupe. ¿Solo en Rusia? Ya. Claro. Imagino que debe ser muy fácil conseguir una buena imitación, claro. [Luisa] ¿Conservas alcaide? Mire, me gustaría hablar con uno de sus socios. Arcadio Pérez Fernández. Ah. Ah, muy bien. Me abre equivocado. Arcadio Pérez Fernández, sí. ¿Está seguro? ¿No hay ningún socio con ese nombre? Mire bien, por favor. Enrique, le agradecemos muchísimo que haya venido. Sabemos que es un tema delicado. Estamos al corriente de todo lo que ha pasado con Flavia. Comprenderá que se trata de un asunto privado entre mi esposa y yo, que resolveremos en cuanto vuelva a casa. Bueno, precisamente ese es el problema, Enrique, que Flavia no quiere volver a casa. Por eso queríamos hablarle de la opción de nulidad matrimonial. ¿Qué? Enrique, los dos sois jóvenes, y creo que merecéis compartir la vida con alguien que os haga plenamente felices. Nuestras familias llegaron a un acuerdo que no vamos a romper. Ellos no saben lo que han hecho, y por el bien de Flavia es mejor que no se enteren. Así que díganle que estoy dispuesto a mantener en secreto que ha cometido un delito, siempre y cuando todo siga igual. Dejar los estudios no es seguir igual. Si insiste en no volver conmigo, la denunciaré. Es mi esposa. ¿La mandaría a la cárcel? Qué buen esposo, Enrique. Enrique, por favor, no te vayas. Podemos hablar con ella, podemos conseguir que vuelva a casa. Pero nos tienes que dar algo con lo que poder negociar. Pensaba decírselo yo mismo, pero ya veo que Catalina se ha adelantado. No te he llamado por eso. Y no, no voy a ser la madrina. Bueno... Así dejas claro que no la has aceptado. Y usted dice que quiere lo mejor para mí. He venido hasta Sevilla a casarme para estar cerca de usted. ¿Y con qué dinero piensas organizar esa boda, con el que le vas a robar a esa pobre infeliz? ¿De qué estás hablando, madre? De que no hay ninguna conservera, y no eres socio de nada. Y que ese champán de la gema es tan falso como toda tu historia. Pero, pero ¿por qué sigues mintiendo? ¿Tan mal lo he hecho contigo que no te avergüenza actuar de esa forma? Esa mujer piensa que la quieres. Y la quiero, eso se lo aseguro. ¿Ah, sí? ¿Esa es tu forma de querer? ¿Engañándola fingiendo ser alguien que no eres? ¿Cómo crees que se va a sentir ella cuando descubra que has estado utilizándola? Se le va a venir el mundo encima, te lo aseguro. Mírame. Arcadio, mírame. Te vas a sentar con ella, le vas a decir la verdad, y vas a anular esa boda. Si realmente has cambiado, si de verdad la quieres, lo vas a hacer bien esta vez. No, madre. No puedo. O lo haces tú, o con todo el dolor de mi corazón lo hago yo. En tus manos queda. [suena música de tensión] -Hombre, ¿de vuelta al trabajo? -Sí. Pues, date brío que tenemos que podar. Y a la hora de la comida, partidita. Vas a ver lo que es perder ahorica. Oye, Ramón. Quería darte las gracias. Sé que has dado la cara por mí, como siempre. Eso no es nada. Además, en dos días pasa otra cosa y olvidado. Ya. Tú a lo tuyo, compadre, ni caso. Y apunta bien con la regadera, luego me dejas todo esto para darme un baño. ¿Es verdad lo que dice esta circular? ¿Van a cerrar el laboratorio? Sí, así es. Pero no pueden hacer eso. Es por vuestro bien, Margarita, créeme. Doña Luisa, he decidido que quiero estudiar psiquiatría. Y usted sabe perfectamente que, si no tengo una buena base de ciencias, no podré ir a la universidad. La decisión ya está tomada, Margarita. Y no te preocupes, encontraremos alguna forma de ayudarte para ir a la universidad. ¿Y lo que dijo el otro día en clase qué? -¿Perdón? -Que usted dijo que la vida nos pondría trabas para ser científicas, pero ahora es usted la que nos está poniendo trabas. No, yo no te estoy poniendo trabas, yo te estoy evitando un sufrimiento. Tú no tienes ni idea de lo complicado que es para una mujer dedicarse a la ciencia. La vida no te lo pone fácil, ¿sabes? Te toparás una y otra vez con el mismo muro. Y un día te darás cuenta de que has sacrificado los mejores años de tu vida ¿y para qué? Para no conseguir absolutamente nada. Por eso cierra el laboratorio, ¿no? Para que ni siquiera pueda intentarlo. No. Lo cierro para que no fracases. Le agradezco su preocupación, doña Luisa, pero se olvida de que yo no soy usted. Hombre, Vicente, estaba ya preocupado. ¿Qué hay, Ramón? Es que me cambié de ruta. Luisa... -¿Podemos hablar? -¿Nos disculpas, Ramón? Sí. ¿Cómo te atreves a presentarte aquí? Vete, o llamo a la policía. Me voy de Sevilla unos días, y no quería irme sin darte explicaciones. Muy bien. De acuerdo, llama a la policía. Mientras lo haces, podría explicarme. No soy un asesino, Luisa. Jamás he herido a nadie siquiera. Solo me he dedicado a defender los derechos de los trabajadores para que tengan las condiciones de seguridad que se merecen. Sí, buenos días. Quería hablar con la policía de Sevilla, por favor. Si alguien hubiera hecho lo mismo en la fábrica donde trabajaba Amelia, ahora ella estaría viva. La mató una máquina que el patrón no quiso revisar para ahorrarse en costes. Desde que murió, me he dedicado en cuerpo y alma a luchar contra barbaridades como esa, recorriendo España de punta a punta. Necesitaba que su muerte tuviese algún significado, pues no podía vivirla como una derrota. Quería que sirviese para algo, yo qué sé. ¿Ha terminado? No me avergüenzo de nada de lo que he hecho. Pero se acabó. Solo quería que lo supieras. Ya no te molesto más. Gracias por escucharme. [suena música dramática] Ha aceptado que termines el curso, pero en junio tendrás que volver a casa con él. ¿Qué? No, no, no. No. Es la única forma de evitar que te denuncien. Pero ¿y no se puede hacer otra cosa? De momento, hemos ganado tiempo. Luego ya se nos ocurrirá algo. Pero es que yo no quiero ganar tiempo. Enrique me trata como si fuese un objeto. Flavia, te entendemos, entendemos tu rabia, de verdad, perfectamente. Yo lo siento muchísimo. Pero de verdad vamos a encontrar la manera. La cárcel no es una opción, eso te lo aseguro. No, tiene que haber otra manera. Tú nos enseñaste que tenemos que respetarnos a nosotras mismas. Pero ¿cómo lo voy a hacer si dejo que me trate así? [Manuela] Tomás... ¿No te parece injusto que doña Luisa haya cerrado el laboratorio? Seguro que a Helen Boyle no le ponían tantos problemas. ¿Pasa algo? Me recuerda a mi pueblo. Cuando oía las voces, corría a lo alto del campanario. Allí el viento se oía más, y las voces más lejos. Me sentía seguro. Me lo enseñó mi tío Antonio, era como un truco. Bueno, ya no lo vas a tener que usar, porque vas a estar bien. ¿De verdad que quieres esto para ti? ¿Qué quieres decir? Pues, estar con un chico que... Quiero estar contigo y punto. Pero, mírame, nunca vamos a poder ser una pareja como las demás. ¿Y quién quiere ser como los demás? Somos tú y yo. Pero si ni siquiera hemos podido darnos un beso. Yo no tengo prisa porque eso pase, ya llegará. ¿Tú tienes prisa? -No. -¿No? Pues, ya está. Vamos a comprar aceitunas. Hola, buenos días. ¿Me pondrías dos de aceitunas? -[vendedor] Dos de aceitunas. -Sí. Con don Enrique Hidalgo, por favor. Soy Flavia. Escúchame. No soy de tu propiedad, ¿me oyes? No pienso volver a casar contigo, ni en junio ni nunca. Espero que te quede claro. [Enrique] Buenas noches. [Luisa] ¿Don Enrique? Vengo por mi mujer. Mire abajo, usted y yo arriba. Disculpen, pero no son horas. No pueden entrar así como así, y mucho menos para llevarse una alumna. He denunciado a Flavia, y aquí tiene el requerimiento. Y ahora nos deja pasar para que la justicia actúe. ¿Dónde está? No lo sé, debería estar en su cuarto. No, no me voy a ir de aquí sin ella. Por favor, vamos a relajarnos, ¿de acuerdo? Tú eres su compañera de cuarto. ¿Dónde está? Suéltala ahora mismo. Que dónde está. -Yo la vi en la plaza. -¿En qué plaza? -Yo en el río. -No, está en la Giralda. A mí me dijo que en el parque de María Luisa. Yo he oído que en la maestranza. Muy bien, la vamos a encontrar, os lo garantizo. -Buenas noches. -Buenas noches. Vamos. Venga. Venga. A la cama, niñas. Bueno, las cortinas siempre echadas. Y procurad no acercaros mucho a la ventana. Tenéis comida en la despensa y puedes coger la ropa que necesites. Muchísimas gracias. Sé que os metéis en un lío haciendo esto por mí. Bueno, no pienses en eso ahora. Es que no debería haberlo llamado, fue un impulso. A ver, estate tranquila, esta situación no es fácil. Yo hubiese hecho lo mismo. Ahora a descansar. No hagáis ruido, no abráis la puerta. Tranquila, Teresa, que nadie sabrá que estamos aquí. Bien. Y por supuesto, tú no puedes salir de aquí Flavia, bajo ningún concepto. [Catalina]Me encantaría quedarme a desayunar, Luisa, pero Arcadio y yo tenemos cita con el sastre. -¿El sastre? -Sí. Le he dejado una nota, así que no puedo tardar en marcharme. No, no, no pretendo quitarle más tiempo, Catalina. Pero necesitaba saber si, si mi hijo había hablado con usted. ¿Sobre qué? Mire, Catalina, esto para mí no es fácil, pero no puedo permitir que siga creyendo lo que no es. -Espere, madre. -¿Arcadio? No siga, lo hago yo. Bueno, pues yo os dejo. No. Que quiero que usted también lo escuche. Lo que quiere decirte mi madre, y que tendría que haberte dicho yo, es que no soy un hombre de fiar. No soy socio en ninguna conservera. De hecho, trabajo en una fábrica textil. Solo soy un peón. Y que es verdad que al principio me acerqué a ti porque no... Porque tenías dinero, básicamente. Pero que, poco a poco, porque te fui conociendo y fuimos compartiendo cosas, me di cuenta de que eres una mujer maravillosa, fuerte, inteligente. Es que eres lo más bonito del mundo, por Dios. Yo soy patético. Ay, si hasta el anillo que te he regalado es falso. Ya lo sabía. Lo de la conservera, lo del anillo. Tu pasado. Todo. ¿Y entonces, por qué no había dicho nada? Sabía que tarde o temprano me lo contaría. Me da igual lo que hayas hecho o sido antes, sé quién eres ahora. Un hombre honesto y muy valiente. Y sin duda debemos de agradecérselo a tu madre. Voy a firmar las capitulaciones matrimoniales para demostrarte que no quiero nada tuyo, solo a ti. -No es necesario, Arcadio. -Quiero hacerlo. Quiero tener la conciencia muy tranquila, y que mi madre se sienta orgullosa de mí. Gracias por acompañarme, hijo. Gracias a usted, madre. Sin usted no hubiese tenido el valor de casarme con la verdad por delante. Y hablando de, de sincerarnos, ¿usted no me quiere contar nada? ¿A qué te refieres? En Sevilla, que hay un rumor que dice que le han visto paseando con un hombre. No. Eso se acabó. No se cierre a la vida, madre. Que le pueden dar muchas sorpresas. La espero en la iglesia. ¿Habéis visto a Elías? No le encuentro por ningún lado. Sí, se fue esta mañana temprano, tenía cosas que hacer. ¿Ni te ha dicho el qué? No, pero debería haber vuelto. -Doña Luisa, por favor... -¿Qué pasa? No encuentro a Elías. Igual le ha dado una crisis -y está solo. -Margarita, por favor, tienes que estar tranquila, ya lo vamos a encontrar. ¿Y le habéis preguntado a Manuela? Manuela no está, ha tenido que salir al banco. [timbre telefónico] No encuentro a Elías. -¿Has mirado en el jardín? -De punta a punta. ¿Y qué hacemos? ¿Llamamos a la policía? Yo creo que primero nos tenemos que asegurar -de que no está en la academia. -Que no está. -Suele estar en el jardín. -Era don Telmo, el de las aceitunas. Que Elías está allí, se subió a la torre y se quiere tirar. Tenemos que irnos ya. Ya. -!¡Margarita! !¡Margarita! -!¡Margarita! [suena música dramática] -Elías... -!¡No, Margarita! -!¡Suélteme! -!¡Margarita! Teresa, ocúpate de las niñas. Sí, sí, sí. Elías, quédate muy quieto, por favor. -!¡Elías! -No, no, no. Iros, por favor. Niñas, iros. Elías, no lo hagas, no. Elías, no lo hagas. No quiero ser una carga ni para ti ni para nadie. No lo eres. Elías, bájate de ahí, por favor. !¡No te acerques! No, no, no. Yo tampoco me acerco, tranquilo. Pero ven aquí, vamos a casa. Allí podemos hablar más tranquilos. [Elías] No, no hay que hablar más. Si salto, ya no voy a escuchar más voces. Y no me cogerán. !¡No, no, no! Quieto, quieto, quieto. [Elías] Así es todo mucho mejor. Mi tío Antonio lo vio muy claro. Elías, sé que nos dijeron que no había cura, pero yo voy a estudiar mucho para que la haya. Tienes que confiar en mí. Es imposible, siempre voy a ser así, nunca hay cura. Elías, escucha a Margarita por favor. Confía en ella. Piensa en tu tío Antonio. Él estaba solo y no tuvo oportunidad para curarse. Tú no lo estás, nos tienes a todos. Me tienes a mí. No me puedes dejar sola, Elías. Te necesito, y te quiero. Vamos a hacerlo tú y yo juntos. Somos tú y yo. [suena música triste]] [golpes en la puerta] ¿Sí? Ya se ha ido don Pascual. Está mucho más tranquilo. Se han quedado con él Ramón y Margarita. Pasa. Esa niña ha demostrado una entereza y una fuerza que más quisiéramos muchos. ¿Sabes? A mí, Margarita me recuerda a una amiga. ¿Ah, sí? La conocí como hace año y medio, o algo así. Y al principio me dio la sensación de que se había tragado el palo de una escoba. Pero fui conociéndola mejor, y resultó ser una mujer muy fuerte, inteligente, luchadora. Incluso inventora. Yo me compraría estas botas. ¿Sí? Reconozco que últimamente no he estado demasiado animada. Lo sé No hecho más que ponerme trabas, y todo por miedo de volver a fallar. Pero lo peor de todo es que le traslado todo eso a las niñas. Bueno, todavía estás a tiempo de hacerles ver que te has equivocado, ¿no? De los errores se aprende. Sí. Descansa, que ha sido un día muy duro. Igualmente, Teresa. Sigue donde lo dejaste. Perdón. No te preocupes. ¿Cómo está Elías? Mejor. Gracias por preguntar. [Luisa] No, no hace falta. Hoy no vamos a dar clase. Hoy quiero pediros perdón. Y quiero hacerlo porque una mujer de ciencias como yo debería estar siempre abierta a los descubrimientos. Que Teresa y yo somos hermanas. ¿Qué? Pero ¿hermanas, hermanas? Pero ¿es en serio? No me lo puedo creer. -¿Tú lo sabías? -Roberta, pero ¿de sangre? [Luisa] Debería emocionarse con los cambios que depara el futuro. Cuando llegues a Madrid, llámame o me mandas un telegrama. De verdad, Teresa, voy a hacer un examen, que no me voy a la guerra. Ven aquí. Sin embargo, por una serie de circunstancias personales, me paralicé y no supe dejar mis errores atrás. Pues, ya está. Mi amigo Carlos desde el puerto, que dice que nos puede meter en un barco a América. Tan solo hay que llegar a Cádiz. Entonces ¿lo vamos a hacer? ¿Nos vamos? Si es lo que tú quieres. Podemos empezar una vida juntos. [Luisa] Pero eso no es lo peor de todo. Lo peor de todo es que os hice pensar que los errores no se pueden corregir. Que Qué guapo estás, hijo. Tú también, madre. [Luisa] Que no merece la pena luchar por lo que se quiere ni confiar. Sobre todo, os quiero pedir perdón porque olvidé que soy vuestra maestra. Así que quiero daros las gracias por haberme abierto los ojos. Es una alarma detectora de humos. De momento es solo un prototipo, pero con eso el laboratorio va a ser un lugar seguro. Y por hacerme ver que mi mayor logro lo tengo delante mío, sois cada una de vosotras. Me siento extraña, ¿sabes? Es como si te viera por primera vez. No sé a dónde nos va a llevar esto, Vicente, pero yo voy a necesitar tiempo. Sí. Necesitamos reencontrarnos. Por mi parte, te aseguro que se acabaron las mentiras. Estoy dispuesta a confiar una vez, dos no. Voy a hacer lo que sea por recuperar tu confianza. Luisa... ¿Qué te ha hecho cambiar de opinión? La vida. No voy a volver a tener miedo. El miedo paraliza, y todavía tengo muchas cosas que aprender. Y que ofrecer también. Y tanto. He oído que estáis construyendo un aparato para apagar fuegos, que lo llamáis alarma antiincendios. Antiincendios, sí. ¿Lo ves? Nunca es tarde. No, nunca es tarde para aprender. Y hablando de eso, ¿cuándo te vas a decidir a montar tú sola en la bicicleta? Venga esa copa, don José. Les aseguro que con este proyecto todos vamos a salir muy beneficiados. Así que, caballeros, a brindar. Por nosotros. Buenos días. Tengo que hablar con usted, ahora mismo. Este es un local de caballeros. Le ruego que se vaya, hablaremos en otro momento. Llevo días detrás de usted. No responde a mis llamadas, así que, por favor, haga honor a este sitio y atiéndame como un caballero. Uno no puede hacer nada cuando se ponen temperamentales. Está bien. Por aquí, por favor. Soy un hombre muy ocupado, así que dígame qué es lo que quiere. Romper nuestro trato. No voy a aceptar la dirección de la academia. Y también decirle que está llena de deudas, así que no podrá sacarle ningún beneficio. Le agradezco su sinceridad, pero ya lo sabía. Y respecto a lo de sacarle beneficios, discrepo. No entiendo. Nunca he querido esa academia. Representa todo lo que ni yo ni mi socio queremos para esta ciudad. ¿Cómo? Voy a cerrarla para siempre. Y en su lugar, voy a construir un hotel. ¿Me ha estado engañando? Bueno, lo mismo que ha hecho usted con ellas. No puede hacer eso. Sí, claro que puedo. Ya lo he hecho. Y precisamente a estas alturas... Sí, yo creo que ya estarán recibiendo la noticia. Que tenga un buen día. Caballeros. [risas] Cosas de mujeres. [suena música dramática] Estupendamente. Muchas gracias, Teresa. Qué bien. Deseando volver al laboratorio. Me alegro mucho por ti, Luisa, de verdad. -Hola, buenos días. -Buenos días. -Doña Manuela ¿Martín? -Sí, soy yo. He venido a entregarle una notificación judicial. Firme aquí, por favor. Muchas gracias. Que pasen un buen día. Gracias. [suena música de tensión] ¿Cómo? ¿Qué pasa? Manuela, nos tienes en ascuas. "Así, pues, tienen un plazo de 24 horas para desalojar la academia de señoritas por orden de su nuevo dueño, don Rafael Peralta". ¿Rafael Peralta? Hace unas semanas firmaste unos documentos que son de la propiedad de la academia de Rafael Peralta. El edificio y sus bienes, terrenos, todo. Tenemos que estar fuera de aquí mañana a primera hora. Pero ¿a dónde vamos a ir? Queremos nuestro dinero. Con su madre esto no habría pasado. Bueno, ya está. Lo siento. Aunque las cosas se pongan realmente difíciles, no nos podemos rendir. Nosotras siempre hemos ido con la cabeza bien alta. Yo estoy dispuesta. ¿Vosotras qué decís? Vamos a quebrantar ley, y eso puede tener consecuencias. Puedo llevar a los hombres que hagan falta y sacarlas de allí a la fuerza, esta misma noche. ¿Eso es lo que te he enseñado yo a ti? Le dice a usted que mi padre no es capaz de tirar el edificio con ellas dentro. Necesitamos que todo el mundo sepa quién es realmente Rafael Peralta. Dile a tu padre que no nos vamos a ir de aquí, y que vamos a luchar hasta el final. [Elías] ¿Qué va a pasar con nosotros? [Margarita] Yo voy a hacer todo lo posible para que podamos quedarnos. ¿Y por qué crees que voy a darte el dinero después de lo que nos hiciste? Traicioné a mi familia, y me avergüenzo. Hay muchos más como él, hombres poderosos que temen perder sus privilegios y nos niegan nuestros derechos. Entre ellos, el derecho a una educación. [Manuela] Por eso es muy importante conocer nuestra historia, porque nos recuerda que unidas podemos alcanzar muchos derechos. -Este edificio es mío. -Hasta donde yo sé, tu padre, Rafael Peralta, nos lo ha arrebatado. Así que, si lo quiere, que venga él. ¿Y si se rompe? Esto está segurísimo, tranquila. !¡Todo el mundo fuera! [disparo] [gritos] Don Andrés. !¡Abran inmediatamente! -!¡Nadie se mueve! -!¡No! Pero ¿qué hace? [disparo] ♪ "La Otra Mirada" is available with PBS Passport. Go to pbs.org/ getpassport. Also available by subscription to the PBS "Masterpiece" Prime video channel on Amazon. ♪ ♪